miércoles, 20 de enero de 2010

Nightmare



La hierba bajo los pies descalzos, suave y escurridiza, la brisa azotando su rojiza cabellera y la luna llena a lo alto, colándose su luz por entre las frondosas copas de los árboles.
Correr, eso hacía, el latido de su corazón resonaba en sus oídos haciéndola incapaz de oír algo más. Sentía como las raíces lastimaban sus pies descalzos, pero no le importaba, sabía que debía seguir corriendo; su vida dependía de ello. Llegó hasta un claro iluminado por la luz de la luna. Sentía el cansancio en todo su cuerpo; sus prendas blancas totalmente manchadas de tierra y algo de su sangre. Se colocó en el centro de aquel lugar, mirando para todas las direcciones y esperando a que aparezca, no debía estar lejos.
Un sonido a su espalda la hizo dar un giro de ciento ochenta grados para fijar su vista en el recién llegado. Aquel ruido provenía de las ramas y el crujir de las hojas a su pasar, dándole la ventaja de saber por anticipado que ya no faltaba demasiado para el fin. Sabía que ya no quedaba demasiado e imploró a los cielos para que tuvieran piedad de ella y su asustada alma, perdonándole la vida, en otras palabras. Retrocedió unos pasos para reconocer la identidad de aquel extraño. Sus amarillentos ojos, eran lo único visible de su ser ya que llevaba prendas negras para confundirse en las sombras. Cuando ella lo vio, saliendo hacia aquel claro, su cuerpo se paralizó. Era un muchacho de cabellos negros y tez blanca como la mismísima nieve. Su rostro tenía un leve brillo, transpiración, pensó Callie. Aquellos ojos amarillentos eran iguales a los ojos de los felinos; la miraban y analizaban cada uno de sus movimientos cuidadosamente.
Aquel extraño muchacho se acercó a ella lentamente, temiendo su reacción. Cuando estaba a menos de quince pasos, lo reconoció: Ian. En su mente aquellas últimas horas vividas a su lado la hicieron estremecerse y unas palabras resonaron en su mente “el peligro me rodea” había pronunciado Ian antes de besarla. Ahora verlo de esa manera la hacía sentirse totalmente indefensa, sabía que no podía escapar de él: era más veloz y con mejores reflejos que los suyos.
-Callie…-estaba a punto de tocarle el brazo, pero ella se apartó de él.
-¡Aléjate de mí! –notó una repentina ola de dolor en los ojos del muchacho; pero no podía luchar contra el miedo. Se sentía indefensa y totalmente vulnerable, frente a aquel muchacho a quien ella había dicho no hacía más de tres horas lo que sentía por él.
-Callie, por favor, escúchame…-colocó una mano en su hombro y ella se sintió desfallecer-lo siento, siento no habértelo dicho antes, pero temía tu reacción y creo que no me equivoqué…
-¿Cómo pensaste que iba a reaccionar? ‘Soy un vampiro, pero no te preocupes, no pienso hacerte daño’-lo miró con los ojos destellando enojo-¡Claro y se supone que me tengo que quedar tranquila mientras dejo que un vampiro me abrace!
-Lo siento…yo…no escogí esto…
-Yo tampoco-respondió cortando la frase de Ian, con un tono tan gélido como los casquetes polares; se dio media vuelta y se echó a correr lo más rápido que sus piernas podían hacia las profundidades del bosque. Tropezó, cayó, se levantó y comenzó a correr nuevamente hasta la cabaña en la que se encontraba durmiendo hasta que lo vio a Ian transformado y se metió dentro de esta. Le temblaba todo el cuerpo, no podía dejar de pensar en lo que había vivido y no dejaba de lamentarse todo lo que le había dicho en el claro. Pero era ya tarde.
-Soy una tonta-al entrar al curto una no muy grata sorpresa la recibió: todo estaba cubierto de sangre e Ian estaba en el medio de un charco rojo. Sus ojos, dilatadas sus pupilas, eran dos vidrios amarillentos y sus manos aferraban sobre su estómago una daga de plata. Se había matado.
-¡NO!-Saltó y se encontró acostada en la cama de la cabaña, y a su lado Ian quien la miraba sobresaltado y preocupado.
-Callie ¿estas bien?-le preguntó sobresaltado y preocupado a la vez.
-Si…eso creo, tuve una pesadilla.
-Tranquila, nada pasó-dijo abrazándola-estas a salvo conmigo-ella se sintió resguardada en sus brazos. Lo que ella no sabía era que la sonrisa que cruzó el rostro de su novio estuvo combinada con unos ojos brillantes amarillos.
Si, había sido todo una pesadilla.

miércoles, 13 de enero de 2010

Good Morning ♥





Good morning

La lluvia me rodea y cae, inundando y mojando todo a su pasar. ¿que puedo hacer yo para evitarlo? Nada, no tengo posibilidad, mas que resguardarme en un preciado libro. Los cuales, ya llevo leídos 5. ¿Se nota mi aburrimiento? o ¿Es visible mi pasión por la lectura? De todos modos, cada mañana al despertar, el sol se firltra por mi ventana y la imágen de un paisaje montañoso es lo primero que mis ojos son capaces de ver. Cuando la vista se va acostumbrando, ahí estas, a mi lado; acompañándome con una sonrisa de "ya te levantaste, dormilona" siendo así el mediodía de un nuevo día. ¿Que haría sin su sonrisa? Probablemente el despertar sería como una rutina, ya saben: me acuesto, duermo y me despierto; pero a tu lado todo es diferente. Incluso mi sonrisa es diferente y eso te lo debo a tí. Tu sonrisa, aquella que me cautivó desde el primer momento en que te vi. No eran las mejores circunstancias, pero me hiciste frente, incluso despues de que derrame todo mi café sobre tu traje y era claramente visible tu enojo; soportaste todo, incluso cosas que tenían que ver con mi pasado.
Me encanta despertar a tu lado y con aquellos ojos color café me mires, me beses con aquellos labios y de aquella manera que solo tu sabes. Luego de haberte quedado en mi hogar, haberme hecho la persona mas feliz y mas amada, por estrecharme en estos momentos en tus brazos, darme un beso en mis labios. Aquella sonrisa tuya cautivadora y aquel leve tono rosado de tus mejillas típico de primer hora del día.