miércoles, 30 de diciembre de 2009

Into Paradise


Desde el mismo paraíso, la tranquilidad y las montañas nevadas son mi compañía. La inspiración de a poco va volviendo para darme una nueva historia, ninguna de las anteriores se parece a esta, pero la belleza es eso, que sea diferente. El paisaje montañoso con, ahora, una fina capa de nieve que lo cubre, haciendo de este un paisaje majestuoso e imponente, a la vez, lleno de paz. Una paz que en el medio de la ciudad no se es capaz de encontrar, una paz que te inunda, que se transmite y que te da ganas de estar todo el día tomando diferentes fotos. La colocada en esta entrada fue sacada por mí y tiene la marca de mi fotolog para que no sea robada.
Uno pide paz, pero muchas veces no sabemos que la paz esta dentro nuestro, a veces necesitamos un viaje, uno que nos haga entender que necesitamos una vida mas calma, un respiro. Algo que nos ayude a pasar el día, que nos de ganas de continuar, que nos de fuerzas. Yo fui una de esas personas que necesitaba un apoyo constante, pero ahora estoy cambiando, espero que para bien, pero me siento mejor y estar una vez o dos al año frente a este imponente paisaje me ayuda a entender que la paz es posible de encontrar, por ahí no a la vuelta de la esquina, pero sí en el lugar que menos lo esperamos. Es solo cuestión de mantener nuestros ojos abiertos y prestar atención. Todo depende de nosotros.

martes, 8 de diciembre de 2009

Trauma



Se podría decir que soy una persona de piedra, muchos lo dicen; fría y calculadora, cuando la confianza se pierde, esa pérdida es eterna. No doy segundas oportunidades y ya cuando doy una primera, espero que sea valorada, ya que otra no habrá. Me importa muy poco lo que todos digan de mí, ya es muy claro que no soportan a alguien diferente, pero la vida es así y debo aceptarla como es. Me prometí a mi mismo que nunca me enamoraría de nadie, nunca caería en lo que tantos hombres caen: la red femenina. Una mujer usa su cuerpo, literalmente, para obtener lo que quiere: fama, posición y dinero, pero no para los valores que realmente importan en una relación. Para ellas, su relación más larga duró las 24 horas de un día, ya es algo muy raro que dure más que eso. Creí que tenía todo bajo control…hasta que la conocí. Era una chica totalmente diferente a mí, más chica pero de ella resaltaban cualidades que nunca había visto en otra mujer: bondad y humildad. No era una muchacha que se interesaba en mí por mi dinero, ni siquiera sabía quién era yo hasta que me conoció en uno de mis peores días. Trabajaba de paramédica en la estación de bomberos del pueblo al que tuve que acudir por trabajo.
“Iba en mi auto, las puertas trabadas y los vidrios tintados hasta arriba cerrados, no entraba una partícula de aire en el interior del vehículo. Me sentía bastante molesto por tener que acudir a un pueblo de esta categoría, mi trabajo eran las grandes empresas, los tratos multimillonarios, no desalojar a un grupo de trabajadores rebeldes que no se disponían a abandonar la fábrica tan codiciada por el señor Banks. Realmente quería volver a Miami, donde tenía mi penhouse esperándome con un espumoso jacuzzi. Todo lucía tranquilo, hasta que de la nada un par de luces me segaron y las ruedas de mi auto patinaron sobre la fina capa de agua congelada que se encontraba en el pavimento. Perdí el completo control del auto. Esperé hasta sentir el terrible golpe del choque, pero eso no fue lo que sucedió. El auto comenzó a dar vueltas, hasta alejarme de la carretera y dejarme tumbado en uno de los costados dela calzada. Sentía un leve dolor en un brazo y mi cabeza estaba a punto de explotar por un creciente dolor de cabeza; seguramente causado por el golpe que me di al volcar el auto. Aún no me sentía en estado de estar a punto de entrar en la inconsciencia, pero sabía que mucho no faltaba. Notaba el creciente humo y pronto ví como todo en el capó del auto entraba en llamas. Debía salir de ahí. A lo lejos escuchaba a alguien gritar, pero solo quería salir de ese abrumador calor, me sofocaba y no dejaba que en mis pulmones entrara el aire adecuado. De repente note como la puerta de mi lado era apartada, un bombero la había quitado. Me ayudaron y salí del vehículo. A los dos segundos de estar fuera, el auto explotó. No me importaba realmente lo que había pasado con él, sino que estaba vivo. Cuando me colocaron en la camilla, una chica de unos 24 años se acercó a mí. Su cabello caramelo le llegaba hasta los hombros cayendo en leves ondas. Me comenzó a revisar la herida de la cabeza sacando de mí severas muecas de dolor.
-Es solo un raspón, tuvo mucha suerte…no mucha gente se salva en estos accidentes-me dijo con voz sombría. Nunca me consideré alguien con suerte, realmente no lo era.
-es muy común este tipo de accidentes?
-No en verano, pero en invierno nunca falta un tonto para que se meta en la parte de la calzada donde fue indicado por el cartel que era zona peligrosa a 120 km por hora.
-Perdón, a parte de paramédica, también es policía de transito?-le pregunté divertido
-No, solo le pido que la próxima vez tenga más cuidado-dijo sentándose a mi lado mientras cerraban las puertas de la ambulancia para trasladarme a un hospital-de donde viene?
-De Miami, vengo a la fábrica, me mandaron para control…
-bueno, creo que los obreros se sentirán a gusto con lo que le acaba de suceder a su supervisor-comentó divertida.
-Realmente cree que yo quería venir a este lugar?-comente con asco-tengo que venir porque mi jefe tiene un capricho con esa empresa, nunca voy a entender por que.
-Sera por la calidad de trabajadores que posee, gente leal y cumplidora.
-No sé, pero debo cumplir con sus órdenes.
-Por ahora con lo que debe cumplir es quedarse los días que le digan en el hospital, ya que ha sufrido un golpe en el cráneo y tiene una fractura de brazo.
- Y tu quién eres?
-Grace, trabajo en el hospital de Wisconsin, ahora por favor quédese quieto, debo ponerle anestesia por el dolor-tenía razón, el dolor era insoportable, pero hablando con ella hacía que la distracción invada mi mente y por un segundo me olvide de todo. Poco a poco mis ojos se fueron cerrando, hasta llegar a la inconsciencia total, una oscuridad que todo lo abarca.
Al despertarme, ella estaba haciéndome los estudios y hablaba con unos médicos sobre mi estado. Al parecer era bastante bueno. Hasta que la oí hablar con una de las enfermeras, quién se reía porque Grace no había podido revisar el resto de mi cuerpo y controlar mis moraduras anda a saber uno porque razón.
-Doctora Hall, despertó su paciente-dijo una enfermera, acto seguido, Grace entró en mi habitación.
-Señor Jonas, como se siente?
-La verdad?-ella asintió-adolorido, pero me debo considerar afortunado que nada me pasó por mi estupidez, cierto?-noté que esbozaba una sonrisa mientras miraba los últimos análisis que me habían realizado.
-Bueno, parece que todo está bien, lo mantendré un día más en observación y si todo marcha bien, para mañana se podrá retirar a un hotel-me dijo sonriente.
-Gracias, Dra. Hall-No sé porque, pero me sentía diferente. Cada vez que miraba su sonrisa me sentía seguro, que nada iba a sucederme, que estaba en paz. Pero como todo, aquella paz duró poco, ya que mi Blackberry comenzó a sonar escandalosamente. Tuve que soportar los gritos de mi jefa, una despechada mujer de mi misma edad, rencorosa porque nunca había aceptado sus tantos lances a que estemos por una noche.
Acepté mi trabajo y lo hice, pero no desalojé a los empleados, sino que tomé nota de sus quejas y las pasé a mi asistente Jane en Miami, quién se encargaría de que todo se enderece y que los trabajadores tuvieran un digno lugar para trabajar. En esos días me crucé con Grace varias veces, hasta que me animé a invitarla a tomar algo en su tiempo libre. Los días de mi estadía iban pasando y con ellos mis sentimientos hacia Grace iban en aumento. Pero el día de mi partida llegó y con ella mi despedida de todos. Me había hecho de varios amigos en la fábrica, eran realmente unas personas maravillosas. Personas que valían la pena, no como los ricos con los que solía tratar usualmente. Grace estaba de guardia, por no que no pudo venir a despedirse…pero no estaba seguro de que así fuera realmente. Ella no quería venir y la guardia solo le sirvió de escusa para no venir. Así fue, abandoné aquel pueblo en el que por una vez en mi vida me sentí tranquilo, en mi lugar, sin nadie que te estuviera sacando ventaja ni que te persiguiera por una noche. Un pueblo con gente que valía la pena.”

Sabía que ya había pasado un año de haberla conocido, pero debía volver, necesitaba decirle todo lo que sentía por ella. Me armé de coraje y subí al vuelo que me conduciría a Wisconsin, me senté en mi lugar asignado y esperé a que fuera la hora de llegada. Durante el trayecto iba pensando que le diría realmente, pero nada de esto importaba si ella no me aceptaba o si estaba con otro.
Manejé hasta la estación de bomberos y me encontré con Larry, uno de sus compañeros y gran amigo mío quién me comunicó que ella no tardaba en venir. Estaba haciendo su última ronda en la ambulancia y ya estaba volviendo. Me senté a esperar, hasta que un grito de NO! Seguido por un estruendo inundó la estación de bomberos. Todos salieron corriendo hacia el exterior y yo los seguí. La ambulancia 114 había volcado y una tremenda explosión siguió el vuelco. Todas mis esperanzas se vieron derrumbadas al mirar al tablero y divisar Grace Hall seguido de 114. Grace había muerto.